"El año pasado, pasé 322 días viajando, lo que significa que tuve que pasar 43 miserables días en mi casa."

Up in the air, 2009

sábado, mayo 16, 2020

LOS MURMULLOS










Cuánto se habrá dicho de Juan Rulfo. Casi siempre de la grandeza de su obra minúscula, pero quien lo ha leído entre líneas y encuentra el hombre discreto, de pocas palabras, sumido en un mundo de muertos desde su infancia, sabe su vida es el reflejo exacto de su obra, en otro ámbito, en un sitio menos árido, con personajes más cotidianos, pero poblada de fantasmas, de muertos que confunden su realidad. Me interesa la soledad de Rulfo en la montaña, de sus fotos en blanco y negro riguroso, como bocetos de las películas que dibujó al carbón Gabriel Figueroa, ese Rulfo tan cinematográfico que sin embargo no contribuyó a ninguna película sobresaliente, quiero pensar que por la dificultad de recrear personajes irreales o perdidos en un tiempo inmemorial , el de los muertos, el de los fantasmas que saben que murieron y cuentan su vida con el mismo lenguaje parco de su autor. Me interesa ese Rulfo solitario que amanecía desnudo después de una noche de ebriedad, en la calle, sin sentido, el más grande cuentista mexicano devorado por su alcoholismo. Me interesa el Rulfo de las Cartas a Clara, aquel capaz de escribir palabras como:  
"tú eres ahora mi sueño. El mejor y el más hermoso de mis sueños. Un sueño que se puede tocar; que tiene ojos que lo miran a uno y boca tibia y dulce que lo hace a uno amar más la vida. Que tiene corazón y un alma noble y amiga en quien uno puede poner toda su fe". Ese mismo Rulfo amoroso que leí alguna vez en el Café Nin acompañado de mi mejor amiga, es el mismo que escribe los cuentos sanguinarios de El llano en llamas, con esos personajes sin alma, que entienden la muerte como el acto más natural, personajes áridos, como los páramos de Comala , como Pedro, y su nombre que remite a piedra, que es piedra.

Ese Bartleby que escribió su obra antes de cumplir los cuarenta años y por quien García Márquez dijo alguna vez que si él hubiera escrito Pedro Páramo , hubiera dejado de escribir el resto de sus libros. Ese vendedor de llantas y burócrata de vida solitaria, rodeado de sus espíritus, de sus personajes cada uno de ellos dispuesto a contar una historia que nadie contó, que su autor prefirió callar. 


¿Será que la gran literatura solo se puede contar desde ese páramo? Obra de murmullos, vida de murmullos, la de Rulfo es la narrativa más cercana al texto poético, a la voz de la poesía, aquella que destila un número infinito de palabras para obtener solamente su esencia. El Rulfo del silencio voluntario, el que no llegaba a casa. Ese es el que más me interesa.




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