"El año pasado, pasé 322 días viajando, lo que significa que tuve que pasar 43 miserables días en mi casa."

Up in the air, 2009

jueves, noviembre 27, 2014

He decidido olvidarte
en vista de la ausencia
no tengo ningún recurso
no puedo detener el paso del tiempo
He decidido dejar que te vayas
para que encuentres algo concreto
no este juego de sombras
no este sueño de madrugada
que nada te deja
que se evapora siempre
He decidido dejarte en paz
y ahorrarte el cansancio de mis palabras
en fin
he decidido observar cómo te alejas
sin mí
con otros
ante la realidad de no tenerte
ante este vacío de ti
he decidido
decir adiós
para que todo lo que fuimos
permanezca siempre.

martes, noviembre 25, 2014

Cantina Salón Morán

Música en vivo jueves y viernes, rocola rigurosamente para bailar música de banda y tropical, globos absurdos en el techo, mesas oficiales de cantina vieja, meseras rechazadas de otros bares, que vivieron sus mejores épocas en los ochentas: minifalda negra, medias corridas, cicatrices en general. Botanero servicial, camisa blanca, chaleco negro, corbata de moño, harto de su vida. Te recibe con un plato de frituras hechas en la casa y limones recién partidos en un sábado cervecero Victoria, Lager, Corona a veinte pesos. Putas jubiladas en las mesas, esperando por caras conocidas que les paguen los tragos, un hombre mayor en el trabajo más ingrato: abre la puerta del sanitario, acciona la llave del lavabo, administra jabón y papel higiénico, esperando que dejes unas monedas en un plato miserable. A una cuadra el Bar Carlton, donde se dice que Fidel y el Ché se reunían, a unos pasos de su vivienda en José de Emparán, cerca de San Carlos. Calles impresentables, apenas a unos metros de Reforma, de Santa María; pisos con olor a criolina, tres tiempos de comida si consumes al menos cuatro copas, hoy sopa de tortilla, arroz con huevo estrellado y cola de res en salsa verde. Zona de limusinas empasteladas de quinceañeras anacrónicas que se retratan en la fuente hedionda del monumento a la Revolución. Camino recto hacia ninguna parte, prófugos del tiempo, ladrones sin sentido de la decencia. Bar Morán, con sus asiduos que arrastran sus mocasines cuando salen a la noche, hacia qué, hacia dónde, hastiados de ser una pieza más sin lugar, sin convicción, marginales en los márgenes de la ciudad que se derrama por todas partes.

miércoles, noviembre 12, 2014

En noches como esta imagino un personaje ajeno al tiempo, que en una tarde madura se asoma a una cafetería de sillones rojos y ventanas hacia un parque nebuloso. En esa cafetería se puede ver el calor, una barra con sillas altas y dos meseras con traje de pingüino y cafetera en mano, abasteciendo líquido a las tazas de los pocos clientes. Yo me imagino como un personaje de película en blanco y negro, con gabardina y periódico enrollado en el bolsillo, fumando de nuevo como hace algunos años, encendiendo mi cigarro con cerillos clásicos, asomándome a través de las vidrieras a los gabinetes y revisando los rostros de la gente, los rincones. Tú debes estar ya a esa hora, esperando a alguien y te veo en blanco y negro también, removiendo con la cuchara el contenido de la taza que humea. Y como en las escenas aquellas de película mala, observándote a través de los cristales, pienso que no debe demostrar mi emoción, que no debo intentar besarte, ni siquiera tocar una de tus mejillas, porque todo es como empezar de nuevo, en otras circunstancias y en otros lugares. Veo a los dos que fuimos sentados en una banca, y me parecen irrepetiblemente felices. Suena una campanilla cuando abro la puerta del café Trevi para entrar.