Cuentan que hace más de cuarenta años, existió un grupo de
rock mexicano con propuesta, técnica, creatividad. Cuentan que ese grupo venía
de Tijuana, quizá el lugar con las propuestas más robustas y más poco valoradas
en el resto del país, tan centralizado en el mundillo del rock. El Ritual, ese grupo de voz potentísima, de síncopas y jazzeos que lo aproximan al rock
progresivo del King Crimson de Larks´ tongues in aspic o a la psicodelia inglesa
que por ese entonces también salía a la luz. Cuentan que su disco único fue
borrado de las listas, muy a pesar de su arranque demoledor, su nivel de
composición difícil de encontrar incluso ahora, en este tiempo de decadencia
musical en esa área, abarrotada de fusiones confusas, de propuestas que
sacrifican la calidad por la propaganda, de baladas blandengues para éxtasis de
los que se creen enamorados. Al despegue de Satanás, le sigue Peregrinación
satánica, con su interludio de jazz y Groupie, canción con un sonido tan latino
(cualquier cosa que esto signifique) como el que en ese ya lejano año, se
escuchaba en el Abraxas de Santana. Easy Woman es stoner del que ahora se da en
cualquier lugar, pero que en ese entonces pasaba casi desapercibido. Y así, el
disco avanza hasta su cierre brillante con esas dos joyas: Bajo el sol y frente
a Dios y Conspiración. De no creerse para los estándares tan bajos a los que el
rock de estas latitudes nos tiene acostumbrados. Hoy son grupos de culto
aquellos que hace treinta años sonaban igual de mal que hoy, propuestas que
acabaron por envejecer de manera poco elegante, con el único valor de la
perseverancia, rasgo que terminó también por hacerlas anacrónicas. Cuenta la
leyenda que El Ritual sigue pasando desapercibido, a pesar de ser, sin ninguna
duda, uno de los puntos más altos del rock hecho en México.
Música sin antecedentes, libros por puro gusto,películas sin pretensiones, lugares impopulares.
"El año pasado, pasé 322 días viajando, lo que significa que tuve que pasar 43 miserables días en mi casa."
Up in the air, 2009
Up in the air, 2009
sábado, febrero 13, 2016
lunes, febrero 08, 2016
La fantástica realidad de Bioy Casares
A veces uno se tropieza con algo que venía madurando no sé
sabe dónde, no sé tiene certeza cómo, pero ese algo alivia, reconforta o hace
que justifiquemos lo vivido. Algo que hace que encajen las piezas de un rompecabezas
que ni siquiera pretendíamos armar, pero que estaba ahí, en algún lugar de
nuestras emociones, del argumento de nuestra vida. Lo fantástico se inserta
ahí, en esa lógica donde conviven los sueños y los presentimientos. Porque lo
fantástico estremece en la medida de que se justifica. En ese universo
delimitado por la realidad, pero amplificado en la imaginación; en ese país de
recuerdos y fantasmas, lo fantástico se nutre en su propia lógica, en su vida
de ilusiones más que de alucinaciones. Bioy Casares huye de la figura y
construye en un plano sólido, abonado con la vida diaria, sus historias entre
líneas. Así los sueños encarnan a sus personajes, así los fantasmas no se
mueven en lo etéreo, más bien regresan a confirmar la imposibilidad del amor: esa
fantasía que produce espejismos que parece que caminan con más seguridad que
los hechos consumados. Los cuentos fantásticos
de Bioy Casares nos dejan desprotegidos porque se dirigen a los rincones más
inobjetables de nuestros sueños: a las coincidencias que nos persiguen, a las
pesadillas que nuestra propia realidad nos provoca, a los mecanismos a través
de los cuáles viajan las emociones. Son los actos inexplicables, aquellos que
nacen de nosotros mismos, los que nos inundan de preguntas. Actos sencillos,
justificados, historias de rostros que se mimetizan en facciones conocidas y
que se apoderan por tanto de nuestros recuerdos. Narraciones de causalidades,
estos cuentos –como el mismo autor lo dice- requieren la voluntad del lector de
asumir que lo que se ve no es ni de lejos todo lo que existe.
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