Antes de hablar sobre este mi
cuarto libro, quisiera agradecer a Taciturno por permitirme llegar hasta aquí,
inédito en un elevado porcentaje, solo con el respaldo de mi voz. Porque esta
reunión se trata de autogestión, de auto publicación, de soltar amarras por
necedad más que por soberbia; quizá hablamos de autocomplacencia, con todo lo
que ese vocablo insinúa.
Y sí, como dije, hoy presento
este mi Cuarto coral, después de aprender a contar hasta tres a lo largo de
estos años previos a la decisión de publicar, años que se vieron truncados por
mi primer libro: Nativa, un libro que hablaba y sigue hablando del proceso de
gestación y nacimiento de mi única hija. Por esa primera obra mínima escribía
en ese entonces textos como este que me permito leerles:
[Antes de ti]
1
Nací amordazado
Nací amordazado
en el momento más inoportuno
supongo
tuve miedo
supongo
tuve miedo
desde que mi memoria
comenzó su marcha
mi mérito es la resistencia a las aguas profundas
A falta de milagros
mi mérito es la resistencia a las aguas profundas
A falta de milagros
inventé ciudades en la mente
escalé montañas
tuve amigos imaginarios
Desde el fondo de mis ojos
Desde el fondo de mis ojos
mi deleite no era el de otros
mi sonrisa creció
con las pompas de jabón
que se perdían en las coladeras
y con el olor a fruta de los mercados
Así explico mi sencillez
Así explico mi sencillez
niña marina
y mis reclamos
así mi tensión muscular
así mi tensión muscular
y mi cansancio de almohadas
No tuve afición fuerte
excepto la pelota
excepto la pelota
Quisiera decir
"mi infancia son recuerdos de un patio
de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero..."
y un huerto claro donde madura el limonero..."
pero no corrí detrás de nadie
no me columpié
no tuve disfraces
ni papalotes
jugué siempre a las escondidas
mientras amasaba la arcilla
del cerebro complicado
que el tiempo me ha concedido
Por eso puedo decirte
que los dos seremos igual de niños
que naceré de nuevo contigo
y buscaremos la forma de dar a luz
Tendremos un pájaro y un tamborcillo
un alud de charcos
para iniciar la travesía
por un mar que ya exploré
pero que siempre será nuevo.
pero que siempre será nuevo.
Así arranca el viaje que nos lleva hasta el
día de hoy, con dos estaciones más, la primera de ellas Líquido semántico, una
obra de escondrijos, hermética, con la voz de quien se oculta con toda la
intención de ser encontrado; libro que inicia con el juego erótico desde su propio
nombre y concluye en el campo de los sueños, donde se mueve con mayor confianza
el poeta, donde su fracaso se hace luminoso. Fertilidad y sueños, dualidad
ambivalente y generosa. De esta batalla surgen textos como el siguiente:
[El hábito al
desnudo]
En este camino
dorado
siendo gota
mi costado
derecho
se dirige a la
cabeza
enredado en
lunares de lumbre
(astrolabio de
navíos)
Mi muslo
siniestro
desliza
onomatopeyas
por el cuello
de arena de trigo
mi mano de
naipes
columpia dos
niños de pecho
y en la meseta
los pies en
polvorosa
caminan en el
valle salino
del ombligo
Cada ganglio
se incorpora a
la mínima boca
del príncipe
que bugambilia lunas
y la columna
visceral
se enciende en
el remolino
del pezón
adulterado
Nada falta en
el hábito
sin el desnudo no visto
Cuántos
esternones sin ver
y cuánta
habitación
si la boca es
lo más
con sus
dientes anzuelo
Hablaré otras
lenguas
para dejar
quieto
al suero que
soy
a la gota
que resbala
por tus
millones
de
cuerpos
La estación previa, la tercera, Mirada mil me
llevó a caminos luminosos después de podar las ramas secas. Entre juegos de
palabras, se justificaban las muchas miradas, los ojos que no envejecen ni se
cansan de ver las nubes. Escribía
entonces:
...y
somos menos ingenuos
como
parece
antes
de la tarde
como
aquellos pasos
que
se marcan más
mientras
más caminan
Una
nube
un
torrente de muertos
la
tensión escalando
nuestros
músculos
¿cuál
es la receta?
Parece
que las hojas
caminaran
con nosotros
y
se enredaran en las puertas
que
nos habitaron
...y
somos menos ingenuos
y
sin embargo
nos
duele más
y
menos nos detiene
la
mirada de las calles
y
nos vemos pasar
y
así parece
que
el tiempo
se
deshace
y
se hace
grande
tan
grande
como
el mundo
que
nació
cuando
nacimos
Uno empieza a existir si se le
nombra. Esta premisa inunda los textos que escucharán: se trata de palabras
inmunes al olvido porque se originan en la distancia.
Palabras que no se agotarán
porque ni siquiera han nacido, cálidas, abrigadoras; palabras puras, sinceras.
Mi mirada mil, mi Cuarto coral lleno de voces, mi irrealidad que se resiste a
ser palabra viva.
Cuarto coral es una mirada
diferente. Coral es una serie de voces, un canto de muchos, una voz fonética
múltiple. Cuarto se refiere al número cuatro y es también una habitación. Coral
es una persona oculta, submarina. Es alguien con voz y palabras propias, un
alguien que anda conmigo permanentemente en lo que sueño, en lo que imagino. Es
un símbolo, un significado de las letras que hoy les traigo a exhibir
exhibiéndome. Quizá la cura de la lejanía sea invocar en palabras vivas su
presencia. Para esa ilusión, todo lo que sigue, para el campo minado de los
sueños donde crecen fértiles las palabras, la irrealidad, la nítida irrealidad
que insiste siempre en querer hacerse viva. ¿Hay algo más vivo que lo que en su
inexistencia nos hace crear mundos?
El libro en fin, es la imagen
del barco que se hunde para promover corales; los restos del naufragio que se
convierten en vida marina; la vida de un marinero de ciudad, con sus sueños
abisales, su canto de sirenas, sus orquídeas.
Muchas gracias.