"El año pasado, pasé 322 días viajando, lo que significa que tuve que pasar 43 miserables días en mi casa."

Up in the air, 2009

miércoles, mayo 04, 2016

Presentación Cuarto Coral








Antes de hablar sobre este mi cuarto libro, quisiera agradecer a Taciturno por permitirme llegar hasta aquí, inédito en un elevado porcentaje, solo con el respaldo de mi voz. Porque esta reunión se trata de autogestión, de auto publicación, de soltar amarras por necedad más que por soberbia; quizá hablamos de autocomplacencia, con todo lo que ese vocablo insinúa.

Y sí, como dije, hoy presento este mi Cuarto coral, después de aprender a contar hasta tres a lo largo de estos años previos a la decisión de publicar, años que se vieron truncados por mi primer libro: Nativa, un libro que hablaba y sigue hablando del proceso de gestación y nacimiento de mi única hija. Por esa primera obra mínima escribía en ese entonces textos como este que me permito leerles:

[Antes de ti]

1

Nací amordazado
en el momento más inoportuno
supongo
tuve miedo
desde que mi memoria
comenzó su marcha
mi mérito es la resistencia a las aguas profundas
A falta de milagros
inventé ciudades en la mente
escalé montañas
tuve amigos imaginarios
Desde el fondo de mis ojos
mi deleite no era el de otros
mi sonrisa creció
con las pompas de jabón
que se perdían en las coladeras
y con el olor a fruta de los mercados
Así explico mi sencillez                              
niña marina                
y mis reclamos
así mi tensión muscular
y mi cansancio de almohadas        
No tuve afición fuerte
excepto la pelota
Quisiera decir
"mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero..."
pero no corrí detrás de nadie
no me columpié 
no tuve disfraces
ni papalotes
jugué siempre a las escondidas
mientras amasaba la arcilla
del cerebro complicado
que el tiempo me ha concedido

Por eso puedo decirte
que los dos seremos igual de niños
que naceré de nuevo contigo
y buscaremos la forma de dar a luz       
Tendremos un pájaro y un tamborcillo
un alud de charcos
para iniciar la travesía
por un mar que ya exploré
pero que siempre será nuevo.


Así arranca el viaje que nos lleva hasta el día de hoy, con dos estaciones más, la primera de ellas Líquido semántico, una obra de escondrijos, hermética, con la voz de quien se oculta con toda la intención de ser encontrado; libro que inicia con el juego erótico desde su propio nombre y concluye en el campo de los sueños, donde se mueve con mayor confianza el poeta, donde su fracaso se hace luminoso. Fertilidad y sueños, dualidad ambivalente y generosa. De esta batalla surgen textos como el siguiente:

[El hábito al desnudo]

En este camino dorado
siendo gota
mi costado derecho
se dirige a la cabeza
enredado en lunares de lumbre
(astrolabio de navíos)
Mi muslo siniestro
desliza onomatopeyas
por el cuello de arena de trigo
mi mano de naipes
columpia dos niños de pecho
y en la meseta
los pies en polvorosa
caminan en el valle salino
del ombligo
Cada ganglio
se incorpora a la mínima boca
del príncipe que bugambilia lunas
y la columna visceral
se enciende en el remolino
del pezón adulterado
Nada falta en el hábito
sin el desnudo no visto
Cuántos esternones sin ver
y cuánta habitación
si la boca es lo más
con sus dientes anzuelo
Hablaré otras lenguas
para dejar quieto
al suero que soy
a la gota
que resbala
por tus
millones
de
cuerpos

La estación previa, la tercera, Mirada mil me llevó a caminos luminosos después de podar las ramas secas. Entre juegos de palabras, se justificaban las muchas miradas, los ojos que no envejecen ni se cansan de ver las nubes.  Escribía entonces:



...y somos menos ingenuos
como parece
antes de la tarde
como aquellos pasos
que se marcan más
mientras más caminan
Una nube
un torrente de muertos
la tensión escalando
nuestros músculos
¿cuál es la receta?
Parece que las hojas
caminaran con nosotros
y se enredaran en las puertas
que nos habitaron
...y somos menos ingenuos
y sin embargo
nos duele más
y menos nos detiene
la mirada de las calles
y nos vemos pasar
y así parece
que el tiempo
se deshace
y se hace
grande
tan grande
como el mundo
que nació
                                                cuando nacimos



Uno empieza a existir si se le nombra. Esta premisa inunda los textos que escucharán: se trata de palabras inmunes al olvido porque se originan en la distancia.

Palabras que no se agotarán porque ni siquiera han nacido, cálidas, abrigadoras; palabras puras, sinceras. Mi mirada mil, mi Cuarto coral lleno de voces, mi irrealidad que se resiste a ser palabra viva.

Cuarto coral es una mirada diferente. Coral es una serie de voces, un canto de muchos, una voz fonética múltiple. Cuarto se refiere al número cuatro y es también una habitación. Coral es una persona oculta, submarina. Es alguien con voz y palabras propias, un alguien que anda conmigo permanentemente en lo que sueño, en lo que imagino. Es un símbolo, un significado de las letras que hoy les traigo a exhibir exhibiéndome. Quizá la cura de la lejanía sea invocar en palabras vivas su presencia. Para esa ilusión, todo lo que sigue, para el campo minado de los sueños donde crecen fértiles las palabras, la irrealidad, la nítida irrealidad que insiste siempre en querer hacerse viva. ¿Hay algo más vivo que lo que en su inexistencia nos hace crear mundos?

El libro en fin, es la imagen del barco que se hunde para promover corales; los restos del naufragio que se convierten en vida marina; la vida de un marinero de ciudad, con sus sueños abisales, su canto de sirenas, sus orquídeas.

Muchas gracias.