"El año pasado, pasé 322 días viajando, lo que significa que tuve que pasar 43 miserables días en mi casa."

Up in the air, 2009

sábado, enero 26, 2008

Un libro no se dirige a los vivos, menos aún a las generaciones futuras: quiere consolar a los muertos, hacerles justicia, otorgarles una dignidad, completar su vida -la muchedumbre de los muertos baja hacia nosotros, nos rodea por todas partes, se agolpa a nuestro alrededor y a veces consigue entrar en nosotros; nos inunda con un parloteo que puja por encontrar las palabras justas y una cadencia para que al fin pueda oírse lo que tenían que decir. Escribir es seguir sus pasos sin huellas, darles la palabra, convertirse en su amanuense. Los muertos lo necesitan, porque van errando para siempre enun sueño más grande que la noche.

Héctor Bianciotti. Sin la misericordia de Cristo

jueves, enero 10, 2008

La felicidad está al acecho, salta sobre nosotros como el ladrón en medio de la noche, a la vuelta de una esquina, en medio del sueño, todo porque una luz, una música, un rostro, un gesto cualquiera han derrotado de pronto a la desesperación de vivir. No hay ser humano que esté a salvo de ella, que pueda protegerse de sus devastadores asaltos. La felicidad no forma parte de este mundo que atraviesa como un relámpago: cuando apenas apresamos el deleite que produce, ya está lejos, ya es pasado. Un monstruo llegado desde fuera nos ha tenido a su merced para luego partir dejando tras de sí una tierra arrasada.

Héctor Bianciotti. Sin la misericordia de Cristo.