"El año pasado, pasé 322 días viajando, lo que significa que tuve que pasar 43 miserables días en mi casa."

Up in the air, 2009

viernes, octubre 24, 2014

Mujer de causas perdidas
de lamento de fuentes
de narcisos
mujer de sudores fríos
de cascabeles
llamada en la oscuridad
gata con ojos de miel
durazno
mujer de harina
mariposa en el estante
de mi casa
abracadabra
epílogo de mi libro de suspenso
montoncito de tierra
mujer menos aquí
más ahora
mujer de plastilina
amante sin desnudo
beso con labios inventados
mujer almanaque
cita conmigo mismo
espejo de laberintos
enfermedad medicinal
qué de deseos
qué de cuentas
mujer alfiler
historia de aquellos
que saltan del balcón
y nubes oscuras
mujer alfombrada
para andar
entre faroles
en parques grasientos
y aire viciado
mujer lunar
escalofrío
de alguien que roza mi oído
horóscopo del diario de ayer
que dejas un lago
igual que el ciego aquél
sepultando su lazarillo
mujer de noche desnuda
de sueño oxidado
qué de quererte
qué de querer que estés
ahora
en el parpadeo de los edificios
en la buhardilla
donde un trapecista
se sostiene con un dedo
mujer de papel
para este hombre de palabras
que no ha sido nunca
hombre de palabra.

sábado, octubre 18, 2014

Último Round / Julio Cortázar

Visitante frecuente de los pasadizos de Cortázar, leo en una edición nueva este Último Round, libro almanaque, similar a las publicaciones donde cabía todo: recetas, fotografías, canciones, recortes de periódico. Caótico, en su unidad propuesta en su estructura, mucha poesía, mucho juego serio, muchos bocetos. Texto de referencias y arribos, páginas unidas por nudos corredizos, en la lógica de lo fantástico, donde tan bien se mueve el autor. Excesivo quizá en su propuesta de a veces una palabra por hoja o una serie fotográfica. Disfrutable, aún con los excesos ideológicos que el tiempo ha hecho anacrónicos. Primer round de lecciones para darle aliento a las palabras.

Bar La Tirada

Al final siempre llega la depresión, el despertar con sabor rancio en la boca, recuperar los hechos transcurridos, descifrar las insensateces escritas, los melodramas artificiales creados. Y la cara caliente, el estómago deshecho, el pelo cada vez más resistente. La noche, la noches, el no ser creatura de la noche, el ser incapaz de permanecer alerta; y la pérdida de neuronas y el dolor de cabeza y las dos aspirinas. Imposible mirarse al espejo, inaceptable la visión de la boca hinchada de mordidas, las ojeras, el pantalón húmedo sin saber la razón, los hombros caídos. Marginal entre los marginales porque no lo lamento, porque no necesito de nadie para hundirme en esta miseria espiritual, por conocer a desconocidos solamente. Meseras que muestran sus pechos lamentables y su cara de muecas percudidas. Baile, siempre baile, siempre inocuo baile: es la soledad más sola, la que se maquilla y se disfraza de fiesta en un sub mundo en blanco y negro de hielo y chicharrones rancios. ¿Quién puede pagar por esto? ¿Quién se puede sentir seguro en esas mesas, con esos meseros de chaleco negro que esperan vaciar los bolsillos de sus clientes? ¿Quién puede soportar el olor a urea y a letrina en esos rincones? ¿Quién puede invitar una copa a esas mujeres impresentables? Lamento decirles que yo.

miércoles, octubre 15, 2014

Rubem Fonseca


La vida, en el proyecto administrativo común que se instaura con el matrimonio, tiene que ser organizada metódicamente. Existe el Hogar, una casa y su sistema de obligaciones y condicionamientos, el pago de las cuotas dentro de sus plazos, seguros, cuotas e impuestos, el automóvil y la lata que da, los hijos, los viajes obligatorios (para comer y hacer compras inútiles), los médicos, los dentistas, los electrodomésticos y otros trebejos. También está el lavado de ropa y de las alfombras, y la cocina y la cocinera y la costurera y el supermercado, se me olvidaba el plomero y las llaves de agua que gotean y la tubería tapada, y todo eso, esa vida de comprar, pagar, componer, arreglar, lavar, planchar, conciliar, ceder, coger burocráticamente, crea un sedimento que se va hinchando hasta hacer que la pareja se atasque en la gordura y el tedio.

El amor es así: me atraviesa como un rayo, no me mata y sale con la orina.



Rubem Fonseca. Del fondo del mundo prostituto sólo amores guardé para mi puro.



domingo, octubre 05, 2014

Alice Munro / Demasiada felicidad

 
En el acto mecánico de ir a un supermercado, en ese recorrido por pasillos fríos, hospitalarios, en el sentido aséptico de la palabra. no me había percatado que Librerías Gandhi tiene un espacio de venta en Wallmart, junto al carbón para el asador, la margarina primavera y las refacciones para autos. En uno de los estantes encontré este libro de Alice Munro, premio Nobel de Literatura canadiense , mujer octogenaria de la cual no tenía ningún antecedente. Es cuestión de arrancar cualquiera de sus relatos para quedar inmerso en un mundo de personajes simples que se desdoblan en muchos otros, historias paralelas en la trama principal, insinuaciones con pocas palabras, como la vida es, por más que algunos quisieran verla rodeada de palabras. Frases directas que hacen que el tiempo pase de forma abrumadora, como si una puerta se cerrara en la cara del lector.  Cuentos de recuerdos que determinan toda una vida, cuentos de seres simples, simplificados, gente que no ríe. Los eventos que no se narran se sospechan, como las voces detrás de una puerta, como los murmullos. Protagonistas que han envejecido en tres palabras, crímenes narrados sin ninguna emoción, abrumadores, con el sólo poder del lenguaje más desarropado. Todo está delante de nuestros ojos desde el comienzo de cada cuento, como la voz en off de una película de cine negro; y está todo lo que no se describe pero que se desarrolla a la par, apenas insinuado: esa demasiada felicidad que sirve de título al libro debe estar entre las líneas de estas micro novelas, en el imaginario de sus personajes, en los recuerdos que fabrica la memoria para sustituir los años de abandono y monotonía.



viernes, octubre 03, 2014

Shaun Tan

No pensaba encontrar las maravillosas ilustraciones de Shaun Tan en un museo tan querido como el Franz Mayer. Imágenes alucinantes de este australiano, irrealidad cercana a la realidad de los sueños más vívidos, donde es posible cualquier cosa, donde se sustenta lo fantástico. Y cierta penumbra moral, cierto desasosiego en ese mundo onírico que transita en calles ocres. Monstruos, peces de ciudad, criaturas sin antecedentes, posibles, con sustancia , con esa materia prima del inconsciente, de eso que guardamos en lo profundo de nosotros mismos.