"El año pasado, pasé 322 días viajando, lo que significa que tuve que pasar 43 miserables días en mi casa."

Up in the air, 2009

sábado, octubre 23, 2010

Fonseca palpó nuevamente su cuello para buscar los racimos de sus ganglios, el borde dela quijada, el centro de la garganta. La misma inspección mecánica que hace años inició buscando quistes primero en su cara, después en las axilas lampiñas y en las ingles. ´Sintió temor al ver un lunar más oscuro en su brazo izquierdo, pero se tranquilizó poco a poco con la probabilidad y la estadística. Olfateó sus manos con respiraciones profundas buscando aromas de enfermedad,la tez amarillenta de siempreno había modificado en nada su aspecto de paciente crónico: las mismas ojeras en esos ojos profundos que parecían nunca mirar a nada,las mismas mejillas jiotosas de su infancia...todo en orden, ningún forúnculo, ningún problema para contener la orina el tiempo que fuese necesario, la memoria más débil, eso si y el envejecimiento natural que había iniciado hace apenas un par de años pero que avanzaba violentamente hacia su cintura abultada de sedentarimo, hacia la frente más amplia. El espejo no ofrecía pruebas contundentes de deterioro, pero si planteaba incógnitas que junto con la gastritis y el insomnio le hacían ver a Fonseca que el descenso había iniciado, si bien no vertiginoso, sí constante. Por lo demás, la ropa disimulaba bien por momentos el paso del tiempo por ser anacrónica, gris, como las calles que con más pena cada vez transitaba, descubriendo todas aquellas cosas que se negaba a aceptar como molestas cuando más joven las toleraba. Así comenzaba otro día cordial, con menos secretos que esconder, joven anciano a punto de bajar los escalones y abrir la puerta del zaguán cada vez más atemorizante.

No hay comentarios.: