"El año pasado, pasé 322 días viajando, lo que significa que tuve que pasar 43 miserables días en mi casa."

Up in the air, 2009

sábado, octubre 18, 2014

Bar La Tirada

Al final siempre llega la depresión, el despertar con sabor rancio en la boca, recuperar los hechos transcurridos, descifrar las insensateces escritas, los melodramas artificiales creados. Y la cara caliente, el estómago deshecho, el pelo cada vez más resistente. La noche, la noches, el no ser creatura de la noche, el ser incapaz de permanecer alerta; y la pérdida de neuronas y el dolor de cabeza y las dos aspirinas. Imposible mirarse al espejo, inaceptable la visión de la boca hinchada de mordidas, las ojeras, el pantalón húmedo sin saber la razón, los hombros caídos. Marginal entre los marginales porque no lo lamento, porque no necesito de nadie para hundirme en esta miseria espiritual, por conocer a desconocidos solamente. Meseras que muestran sus pechos lamentables y su cara de muecas percudidas. Baile, siempre baile, siempre inocuo baile: es la soledad más sola, la que se maquilla y se disfraza de fiesta en un sub mundo en blanco y negro de hielo y chicharrones rancios. ¿Quién puede pagar por esto? ¿Quién se puede sentir seguro en esas mesas, con esos meseros de chaleco negro que esperan vaciar los bolsillos de sus clientes? ¿Quién puede soportar el olor a urea y a letrina en esos rincones? ¿Quién puede invitar una copa a esas mujeres impresentables? Lamento decirles que yo.

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