Al menos debemos afanarnos por fracasar, porque el fracaso y solo el fracaso, queda como única vivencia realizable, y por eso me esfuerzo por fracasar, ya que tengo que esforzarme y tengo que hacerlo por cuanto vivo y escribo, y ambas cosas suponen esfuerzo, la vida es un esfuerzo más bien ciego y la escritura, un esfuerzo más bien vidente que se distingue por tanto de la vida, claro, y que tal vez se esfuerza por ver aquello por lo que se esfuerza la vida y, como no puede hacer otra cosa, repite la vida de la vida, copia la vida como si ella, la escritura fuese vida, y no lo es, no lo es de una manera fundamental, incomparable, de una manera, incluso, que no tiene parangón, del tal modo que, cuando nos ponemos a escribir, a escribir sobre la vida, el fracaso está de entrada garantizado.
Imre Kertész. Kaddish por el hijo no nacido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario