Sabíamos del funcionamiento
de nuestras células
cómo hervían en ocasiones
ante el sol
o los remolinos
nuestras bocas naufragaron
en islas extensas
de piratas y tesoros
cada palmo nuestro
murmuró no te vayas
y los ojos redundaron
a nuestras costillas
el labio se llamaba labio
la nariz bufaba volcánica
conteniendo su largo aliento
En muchas manos conocimos
los diluvios de peces y de agua
y el vello fue vello
y la piel se contaba por miles entonces
anegada de hormigas y panales
Besamos a dentelladas
en la loma impúbica
que goteaba amarga
en la fricción de los cuerpos
y sus dudas
y los muslos fueron muslos
y las nalgas merodeaban
las calles sin salida
transitadas por semáforos en rojo
Entonces
si sabíamos
por qué la piel renace
y pensamos
que no hubo nada más aparte
y los huesos se llaman
en un diálogo de embates nuevos
y somos aprendices
otra vez
de lo que sabemos
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