Vendré a los campanarios
a contar
los caracoles de las escaleras
a renovar mi hábito a las puertas
y a los ángeles de caña.
En las calles
dejaré que calles viejas enciendan
sus canas sus argollas sus jorobas
Mis pies encallecerán
en el dominio del afuera pleno
beberé la levadura del pan que se multiplica
y seré fuente
en un jardín acribillado.
Sobre el fondo sepia de las azoteas
veré nacer y morir
un arco irís de aliento
y llenaré de alfileres de hojas y de leche
el café centenario
al que no regreso
desde entonces...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario