No es responsabilidad del rezo ni de los cumpleaños Todos los días encuentro muñones y ojos cerrados falta de azucar almejas devoradas por las olas de concreto concreto que atropella los huecos que el sueño deja en los riñones desertores No se trata de orina o espasmos las palabras están hechas de mendrugos Revolotean oxidadas invadidas de plomo se callan como pájaros sanguinarios que escupen a los transeuntes Arrojemos las estrías y los dones que se nos dieron, la cabeza y el tronco vulnerado por enjambres, azotemos la nuca descerebrada en los escalones Que nadie llegue a vernos en estos momentos de Nilo y de serpientes, en plena mudanza entre trastos viejos y grasa impregnada en la estufa Que los barcos petroleros lancen sus anclas lejos del espinazo, que me dejen dormir mis lóbulos, que me dejen de mirar, que me suelten la cara los enfermos, que me deje en paz mi sentimiento bombardeado que me deje al menos hoy que me deje que me deje
1 comentario:
Habrá que buscar, como dice Cuesta, una isla a salvo de las horas. Tal vez entonces todo se detenga.
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