El acto poético es el empeño total del ser hacia su revelación. Este fuego de conocimiento, que es también fuego de amor, en el que el poeta se exalta y se consume, es su moral...Palabra de aflicción, incluso cuando es luminosa, de deseo a pesar de ser serena, rumorosa hasta cuando nos dice el silencio, pues ese ser sediento de ser, que es el poeta, tiene la nostalgia de la unidad, y lo que busca es una reconciliació, una suprema armonía entre luz y sombra, presencia y ausencia, plenitud y carencia.
Darío Jaramillo Agudelo
1 comentario:
La suprema armonía, la imposible, la inasible. ¡Qué dulce manía la de ser románticos!
Publicar un comentario